Quién da la sabiduría al hombre
El hombre sabio mantendrá sujetado su corazón y no dejará que sus pensamientos lo dominen.
El hombre sabio no es el que tiene la cabeza llena de canas, porque la sabiduría no se consigue con los años. Es mejor un joven pobre, pero sabio; que un rey necio y desobediente. El hombre o mujer sabios se conducen prudentes en su transitar por este mundo. Pero esa sabiduría es algo que proviene de lo alto; porque el sabio es aquel que respeta y cumple con las leyes divinas.
El ser humano sabio, entiende y conoce bien a su creador y en cada decisión que toma, siempre está el Arquitecto de la vida en primer lugar y acepta el resultado de sus acciones con alegría sean beneficiosas o no. Porque sabe que lo que para el Omnipotente es bueno, es bueno para él.
El ser humano que cumple con los mandatos divinos, no experimentará ningún mal. Porque sabe que para todo hay un tiempo. Tiempo de reír, tiempo de llorar, tiempo de correr, tiempo de parar, tiempo de dormir, tiempo de soñar y tiempo de triunfar. El hombre sabio reconoce que todo tiene un modo y razón, que nada sucede sin el consentimiento del Supremo.
Ser sabio
El verdadero hombre sabio reconoce que aun con toda la sabiduría no es capaz de refrenar el viento, ni cambiarlo de dirección, porque eso solo está en la potestad del que da la sabiduría. Entender que no se tiene potestad sobre el día de la muerte, te hará encaminarte con prudencia, para no apresurar el día de tu partida.
El sabio calla cuando ve que al Justo no se le hace Justicia y se trata mejor al que obra mal. Porque aunque el injusto viva más que el justo, tendrán ambos que recibir su recompensa sea buena o sea mala. Porque el verdadero Justo y fiel hará justicia y dará a cada quien lo que le corresponda sin acepción de personas.
A todo ser humano le sucede lo mismo, sea pobre o sea rico, sea grande o sea pequeño, sea blanco o sea negro. Todos vamos al mismo lugar, porque del polvo fuimos formados y al polvo volveremos.
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