El aventurero y el bienaventurado.
El Aventurero y el bienaventurado, caminos que conducen a lugares distintos
La vida es una dicha vivirla, pero es mucho más dichoso
aquel que no se deja manipular por consejos de malos. Vivir la vida como una aventura es correr sin
destino, el aventurero nunca sabe cómo va a terminar su recorrido. Porque emprender una aventura es poner la
vida en riesgo.
El Bienaventurado es dichoso, porque se deja guiar por las
leyes de su creador, el bienaventurado conoce cuál es el destino de su camino,
porque cada paso que da, sabe que esta siento vigilado por el ser Supremo. Vivir la vida bajo la protección del
Omnipotente y seguir cada una de sus leyes es vivir en paz, confiado y seguro
de que al final del camino hay una recompensa satisfactoria; para la eternidad.
Todos los caminos tienen un destino, muchos de ellos
inciertos, porque son guiados por consejos equivocados. Hay caminos que al principio tienen sabor y un
buen olor, pero que cada paso que se avanza se cierra y se vuelve el verdugo de
quien lo transita. Caminos que se vuelven jueces, para señalarte
y condenarte a vivir una vida de insatisfacción, dolor, angustia, tristeza, agonía
y soledad.
El hombre y la mujer que ama la ley de Dios, disfruta
haciendo cada orden establecida en la ley de su Dios. El bienaventurado, vivirá
siempre floreciendo y dando fruto dulce al paladar de los demás. El hombre bienaventurado, tendrá su confianza
en su creador y todo lo que emprenda tendrá
resultados exitosos.
La vida está basada en decisiones y cada una de esas decisiones,
traerá sus resultados tarde o temprano. Ninguna
acción sea buena o sea mala, queda sin recompensa; porque todo lo que se
siembra se cosecha.
No vivas como un aventurero, vive siendo un bienaventurado. Deja que sea el Altísimo quien tome el control
de tu vida, porque él siempre quiere lo mejor para ti.
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